Tú mantienes mis ojos despiertos - literalmente, "Tú guardas las miradas de mis ojos". Gesenius (Léxico) traduce la palabra hebrea traducida "despertar", "párpados". Probablemente esa sea la verdadera idea. Los párpados son los observadores o guardianes de los ojos. En peligro y dormidos, se cierran. Aquí la idea es que Dios los sostuvo para que no se cerraran. Él superó la tendencia natural del ojo a cerrarse. En otras palabras, el salmista se mantuvo despierto; No pudo dormir. Esto lo rastrea a Dios. La idea es que Dios se mantuvo tan presente ante su mente, que tales ideas se le ocurrieron con respecto a Dios, que no podía dormir.

Estoy muy preocupado - Con opiniones tristes y oscuras de Dios; tan preocupado en tratar de comprender su carácter y sus acciones; al explicar sus actos; en ideas dolorosas que se sugieren con respecto a su justicia, su bondad, su misericordia.

Que no puedo hablar - Estoy boquiabierto. No se que decir. No puedo encontrar "nada" que decir. Debe tener un corazón singular y felizmente libre por naturaleza del escepticismo, o debe haber reflexionado poco sobre la administración divina, a quien no se le han pasado pensamientos como estos. Como el salmista era un buen hombre, un hombre piadoso, es importante señalar, en vista de su experiencia, que tales reflexiones ocurren no solo en las mentes de las personas malas, de los profanos, de los escépticos, de los filósofos infieles, sino de entran en la mente de las personas buenas de manera espontánea y, a menudo, en una forma que no pueden calmar. Quien nunca ha tenido tales pensamientos, tan feliz como puede y debe considerarse a sí mismo que no los ha tenido, nunca ha conocido algunos de los más profundos conmovedores y trabajos del alma humana sobre el tema de la religión, y está poco calificado para simpatizar con un espíritu desgarrado, aplastado, agitado, como lo fue el del salmista en estas preguntas, o como Agustín y miles de otros han estado en épocas posteriores. Pero no deje que un hombre concluya, porque tiene estos pensamientos, que por lo tanto no puede ser un amigo de Dios, un hombre convertido. El hombre malvado los invita, los aprecia y se regocija de que pueda encontrar lo que le parecen razones para dedicarse a tales pensamientos contra Dios; el buen hombre está dolido; lucha contra ellos: cariño para desterrarlos de su alma.

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