Presenta una de esas notables circunstancias en las que la gracia divina se ve gloriosamente triunfando sobre el pecado del hombre. "Es evidente que nuestro Señor surgió de Judá". ( Hebreos 7:14 ) Pero ¿cómo? "Judas engendró a Fares y a Zara de

Tamar .” ( Mateo 1:3 ) Esto es particularmente llamativo. Dios, en Su gran gracia, elevándose sobre el pecado y la necedad del hombre, para realizar Sus propios propósitos de amor y misericordia. Así, un poco más adelante, en Mateo leemos: "David el rey engendró a Salomón, de la que había sido mujer de Urías." Es digno de Dios obrar así.

El Espíritu de Dios nos conduce por el camino por el cual, según la carne, vino Cristo; y, al hacerlo, nos da, como eslabones en la cadena genealógica, ¡Tamar y Betsabé! ¡Cuán evidente es que no hay nada de hombre en esto! Qué claro es que cuando llegamos al final del primer capítulo de Mateo, es "Dios manifestado en carne" lo que encontramos, y que, además, de la pluma del Espíritu Santo el hombre nunca podría haber ideado tal genealogía.

Es enteramente divino, y ninguna persona espiritual puede leerlo sin ver en él una bendita exhibición de la gracia divina, en primer lugar; y de la inspiración divina del evangelio de Mateo, en segundo lugar, al menos, de su relato de la genealogía de Cristo según la carne. Creo que una comparación de 2 Samuel 11:1-27 y Génesis 1:30 con Mateo 1:1-25 proporcionará al cristiano reflexivo materia para una meditación muy dulce y edificante.

Al leer detenidamente estas interesantes secciones de inspiración, percibimos una notable cadena de actos providenciales, todos tendientes a un gran punto, a saber, la exaltación del hombre que había estado en el pozo; y, al mismo tiempo, sacando a relucir, de paso, una serie de objetos subordinados. "Los pensamientos de muchos corazones" debían ser "revelados"; pero José iba a ser exaltado. "Llamó al hambre sobre la tierra: quebró todo sustento de pan.

Envió un varón delante de ellos, a José, que fue vendido por siervo; cuyos pies hieren con grillos; fue puesto en Hierro; hasta el tiempo que vino su palabra; la palabra del Señor lo probó. El rey envió y lo soltó; aun al príncipe del pueblo, y déjalo ir libre. Lo hizo señor de su casa y señor de todos sus bienes; para atar a sus príncipes a su antojo, y enseñar sabiduría a sus senadores.” ( Salmo 105:16-22 )

Es bueno ver que el objetivo principal era exaltar a aquel a quien los hombres habían rechazado; y luego producir en esos mismos hombres un sentido de su pecado al rechazar. ¡Y cuán admirablemente se lleva a cabo todo esto! Las circunstancias más triviales y más importantes, las más probables y las más improbables, se hacen para ministrar al desarrollo de los propósitos de Dios.

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