Sigue al amor; mas anhelad los dones espirituales, mas bien que profeticéis. [De la discusión de los dones espirituales, Pablo se desvió en el último capítulo para mostrar que el amor es superior a todos los dones. Habiendo terminado su digresión, ahora retoma el tema de los regalos, y procede a mostrar que la búsqueda del amor, como de suprema importancia, no excluye el deseo de regalos, como de importancia secundaria.

Habiendo puesto así de nuevo en discusión el tema de los dones, afirma que la profecía es superior al don de lenguas, y prueba su afirmación mostrando que es más útil en la edificación de la iglesia. Incidentalmente, su argumento muestra que aunque el Espíritu dio el don de lenguas a los hombres, esos hombres abusaron del don; y así el Espíritu, a través de Pablo como su instrumento, reprende y corrige este abuso.

Profecía, como se discutió aquí, significa predicar bajo la dirección divina, y el don de lenguas no era un don del conocimiento, sino del uso de lenguas extranjeras. El que lo tenía podía declarar la voluntad de Dios en una lengua extranjera y, a veces, incluso podía interpretar lo que había declarado; pero no podía usar el idioma para conversaciones de negocios, o cualquier propósito personal o mundano.]

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Antiguo Testamento