perseguido, pero no desamparado; derribado, pero no destruido [El apóstol vuelve a cambiar su figura, y describe al ministro cristiano como un guerrero que defiende un tesoro divino. Sus enemigos lo presionan muy de cerca, pero aún así le dejan espacio para empuñar sus armas. Su mente está muy perturbada por su posición en peligro, pero no pierde la esperanza; a medida que el conflicto se vuelve más extenuante, busca refugio en la huida, pero siente que la Providencia no lo ha abandonado; finalmente, el enemigo que lo alcanza lo derriba, y lo vencería, si Dios no lo librara por causa del tesoro confiado a su defensa];

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Antiguo Testamento