9, 10. Aquí aprende el objeto que el Espíritu tenía en vista, mientras lo apartaba de uno tras otro de los campos que él mismo había elegido. (9) " Entonces se le apareció a Pablo una visión en la noche. Allí estaba un varón macedonio, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. (10) Y cuando vio la visión, inmediatamente procuramos ir. a Macedonia, dando a entender que el Señor nos había llamado para predicarles el evangelio".

Esta anulación del propósito de Pablo, junto con la ausencia del mismo en otras ocasiones, indica algo del método por el cual se dirigían los viajes de los hombres inspirados. Si bien su propio juicio condujo a una elección juiciosa, se permitió que los guiara; pero cuando fracasó, como era probable que fuera el caso, debido a su ignorancia de la accesibilidad comparativa de las diferentes comunidades, o las circunstancias de los individuos, fueron anulados por alguna providencia controladora, como Pablo en Galacia; dirigida por ángeles, como Felipe en Samaria; o por el Espíritu, como Pedro en Jope; refrenado de algún propósito, como Pablo y Silas cuando intentaban entrar en Asia y Bitinia; o llamado a través del mar, como lo estaba ahora, por una visión en la noche.

Todavía veremos que, como en los casos de Felipe y de Pedro, las oraciones de los individuos dispuestos a escuchar el evangelio estaban conectadas con la interferencia divina por la cual Pablo y Silas ahora estaban siendo dirigidos.

Los predicadores de la actualidad no tienen visiones nocturnas autoritarias que los guíen, y la suposición a la que se entregan algunos, de que a veces son impulsados ​​por el Espíritu como lo fue Pablo, no es más que la presunción de un entusiasta, mientras que no es nada menos que que una pretensión de inspiración. Pero a menudo Pablo se dejaba guiar únicamente por las indicaciones de la Providencia, y que así sea con nosotros. Si estamos atentos a estas indicaciones, estaremos bajo la guía de ese mismo Ojo que todo lo ve, que eligió los pasos de Pablo.

Si el camino que elegimos está completamente bloqueado, a veces, o si alguna severa necesidad nos desvía de un propósito establecido, podemos considerarlo como la presión más firme de esa mano que nos conduce, en su mayor parte, sin ser vistos ni sentidos. .

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