En los cinco versículos siguientes, el apóstol continúa y concluye esa parte de su argumento, de la consideración de Melquisedec, que se refería a la grandeza y gloria de Aquel que estaba representado por él, y su preeminencia sobre los sacerdotes levitas. Porque si Melquisedec, que no era más que un tipo de él, era en su propia persona en tantos casos más excelente que ellos, ¿cuánto más debe ser estimado para estar por encima de los que fueron representados por él? porque aquel a quien otro es designado para representar, debe ser más glorioso que aquel por quien es representado.

Esta parte de su argumento el apóstol concluye en estos versículos, y desde allí procede a otra gran inferencia y deducción de lo que había enseñado acerca de este Melquisedec. Y esto fue lo que golpeó el corazón de la controversia que tenía entre manos, a saber, que el sacerdocio levítico necesariamente debía cesar con la introducción de ese mejor sacerdocio que fue pre-significado por el de Melquisedec.

Y estas cosas, cualquiera que sea el sentido que ahora tengamos de ellas, eran aquellas de las cuales dependía absolutamente la salvación o condenación de estos hebreos. Porque a menos que se les convenciera de renunciar a ese sacerdocio que ahora estaba abolido, y de dedicarse solos al sacerdocio más excelente que entonces se introdujo, inevitablemente perecerían; Como, en consecuencia, por esta misma razón se peleó con la generalidad de ese pueblo, su posteridad persistiendo en la misma incredulidad hasta el día de hoy.

Y lo que Dios hizo la crisis de la vida o muerte de esa iglesia y pueblo, debe ser diligentemente sopesado y considerado por nosotros. Puede ser que algunos no se encuentren muy preocupados en esta disputa laboriosa y precisa del apóstol, en la que ocurren tantas cosas sobre pedigríes, sacerdotes y diezmos, que piensan que no les pertenecen. Pero que recuerden, que en ese gran día de derribar todo el tejido de la adoración mosaica, y la abolición del pacto del Sinaí, la vida o muerte de esa antigua iglesia, la posteridad de Abraham, el amigo de Dios, a quien hasta esta temporada se hizo un recinto de todos los privilegios espirituales, Romanos 9:4, dependían de que recibieran o rechazaran la verdad por la que aquí se luchaba.

Y Dios, de la misma manera, a menudo selecciona verdades especiales para la prueba de la fe y la obediencia de la iglesia en temporadas especiales. Y cuando lo hace, siempre hay una veneración especial debida a ellos. Pero para volver: En la suposición de que los sacerdotes levitas recibieron diezmos así como Melquisedec, en los cuales, eran iguales; y que recibían los diezmos de sus hermanos, la posteridad de Abraham, que era su prerrogativa y dignidad especiales; sin embargo, demuestra, con cuatro argumentos, que la grandeza que había asignado a Melquisedec, y su preeminencia por encima de ellos, no era más de lo que le correspondía.

Y el primero de ellos está tomado de la consideración desu persona de quien recibió diezmos, versículo 6; el segundo, de la acción debendiciónque acompañó a recibir los diezmos, versículo 7; el tercero, por la condición y el estado de supropia persona, comparado con todos los que recibieron diezmossegún la ley, versículo 8; y el cuarto, de lo que determina toda la cuestión, a saber, que Leví mismo, y así, en consecuencia, toda laraza de sacerdotesque brotó de sus lomos, le pagó diezmos a él, versículos 9, 10.

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