Estos versículos nos dicen que el portador de este libro abierto clamó a gran voz y siete truenos emitieron sus voces. Los siete truenos pronunciaron algo en palabras, porque Juan estaba por escribirlo, pero una voz del cielo le dijo que las sellara y no escribiera estas cosas que decían los siete truenos. Sin duda eran demasiado terribles para escribir. Sus oídos y corazones deben evitarse la descripción.

Y encontraremos en el próximo capítulo que cuando llega el final de esta escena nos ahorramos la descripción de la carnicería, la masacre y la locura de esa última escena. Se nos dice en breves palabras cuál sería el destino del altar, el templo y la ciudad de Jerusalén. Y se nos dice el propósito y los resultados espirituales; pero se omiten todos los detalles repugnantes. Estos muy pronto se convirtieron en un asunto de la historia, y Juan no necesitaba escribirlos en detalle.

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