Tenemos aquí una segunda aparición de Jesús a los discípulos, distinta de la inmediatamente anterior, en cuanto que parece destinada especialmente a exponer la bienaventuranza de los que creen sin ver. Juan 20:29 evidentemente forma el clímax del todo, y nos presenta el punto de vista desde el cual debemos mirar esta narración en contraste con la anterior.

¡Cuán apropiado era que así, en el momento en que el mensaje del Evangelio estaba a punto de ser llevado a todas las tierras, y cuando la fe en un Salvador invisible era la única fe que podía predicarse, se pronunciara una bendición especial sobre aquellos que no deberían ver, pero sin embargo debe creer! Cuando consideramos el párrafo que ahora tenemos ante nosotros bajo esta luz, se presenta una notable correspondencia entre las tres apariciones del Salvador Resucitado en este capítulo y las tres partes en las que se divide la oración intercesora del cap.

17 se divide a sí mismo. La primera aparición corresponde a la primera parte de la oración, pues en cada una vemos al mismo Jesús. El segundo corresponde a la segunda parte, pues en cada uno vemos pruebas en relación con sus discípulos inmediatos. El tercero de nuevo corresponde a la tercera parte, porque en cada uno vemos a Jesús en relación con todos los que todavía deben creer en Él.

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