El conflicto de Jesús con los judíos comienza a llegar a su fin. En el último versículo del capítulo anterior, Jesús se escondió y salió del templo, dejándolo en posesión de aquellos que voluntariamente se habían cegado a sí mismos en contra de Sus pretensiones, quienes ahora, por lo tanto, deben ser dejados en las tinieblas que han elegido, y de a quienes los que contemplarán en Él la Luz de la Vida deben ser retirados. Esta gran verdad es ilustrada por la historia del hombre ciego de nacimiento, sobre quien se realiza un milagro de curación.

Se despierta la enemistad de los judíos; pero en el proceso levantado por ellos son vencidos, y el ciego, expulsado por sus antiguos correligionarios, se convierte en trofeo del poder y la gracia del Redentor perseguido.

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Antiguo Testamento