Ninguna victoria jamás obtenida se compara con las de la fe. Sus triunfos ninguna lengua terrenal puede hablar ni describir con pluma. Están escritos en el libro de la vida, y serán narrados en lenguas inmortales por multitudes que ningún hombre puede contar, en acordes de gloria que se elevan más y más, y se hacen más y más dulces hasta los siglos de los siglos.

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Antiguo Testamento