La mujer se avergüenza y busca cambiar la conversación. Nuestro Señor amablemente lo permite, sabiendo que las palabras que ha hablado darán fruto. Ella le pide, ya que Él es un profeta, que se pronuncie sobre el punto principal en disputa entre los judíos y los samaritanos. Los samaritanos argumentaron de Deuteronomio 27:4 que Grerizim era el único lugar de sacrificio designado por Dios, porque allí Dios había ordenado que se levantara un altar y que se inscribiera la Ley. El texto samaritano lee a Gerizim en este pasaje en lugar de Ebal.

21-24. Hablando como profeta, nuestro Señor traza un cuadro sublime de la religión del futuro. Todo lo que es transitorio, nacional, local y ceremonial acerca de la religión de Jerusalén y Gerizim va a pasar, y Dios aceptará para el futuro solo la adoración del espíritu y el corazón. Mientras tanto, sin embargo, Jerusalén, no Gerizim, es el verdadero centro de adoración, allí Jehová ha colocado Su nombre, allí sufrirá el Redentor y allí se establecerá por primera vez Su religión.

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