Los labradores malvados ( Marco 12:1 ; Lucas 20:9 ). La importancia doctrinal de esta parábola, que pertenece a la tradición más antigua, es grande. En él, Cristo afirma ser, en un sentido único, el Hijo de Dios. Él llama a Moisés y a los profetas esclavos y siervos, y se coloca a sí mismo en una inmensa elevación por encima de ellos como el Hijo amado del cabeza de familia y el único heredero de sus posesiones. La parábola contiene una notable profecía de la destrucción de Jerusalén por los romanos ( Mateo 21:41 ).

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