El Señor es testigo. No puede haber una imagen de integridad más fuerte o más amable que la que tenemos en este discurso de Samuel. ¿Quién puede leerlo sin sentir su corazón conmovido por la admiración de su carácter? ¡Feliz Samuel, que podría llamar así a todo un reino para dar testimonio de su rectitud! ¡Gente extraña, enamorada, que podría desear cambiar a un gobernador así por un rey poseedor de un poder absoluto!

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