Ezequías dio mil becerros y siete mil ovejas Primero a Dios, a quien se ofrecieron las partes señaladas en acción de gracias; y luego al pueblo, que se deleitaba con las reliquias, como solía hacer el oferente en las ofrendas de paz: y Ezequías, que era el oferente, cedió su derecho sobre los restos de los sacrificios al pueblo. Qué generosidad es la más considerable, porque fue al comienzo de su reinado, cuando encontró el tesoro vacío; y cuando había hecho grandes gastos en la limpieza y remodelación del templo y en los preparativos para esta gran fiesta. Por esta gran generosidad del rey y los príncipes, Dios fue honrado, se mantuvo el gozo de la fiesta y se animó a los extranjeros a volver a Jerusalén.

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