Entre estas naciones no encontrarás descanso, ni tu pie descansará.Han estado tan lejos de encontrar descanso, que han sido desterrados de ciudad en ciudad, de país en país. En muchos lugares han sido desterrados y retirados y desterrados nuevamente. El obispo Newton menciona aquí varios ejemplos notables de este tipo, a quien se remite al lector. En algunos de ellos los judíos deben haber sufrido mucho, sobre todo cuando, a finales del siglo XV, fueron desterrados de España por Fernando e Isabel. En ese momento, según Mariana, había ciento setenta mil familias, o, como dicen algunos, ochocientas mil personas, que abandonaron el reino. Abarbinel, un escritor judío, da el siguiente relato de esta su última expulsión de España. Él dice: “Trescientos mil de ellos, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, (entre los cuales él era uno) se fueron a pie, en un día, sin saber adónde ir. Algunos fueron a Portugal, otros a Navarra, donde se enfrentaron a muchas calamidades: algunos se convirtieron en presas o perecieron por el hambre y la pestilencia; y por lo tanto, otros se comprometieron con el mar, con la esperanza de encontrar un asiento tranquilo en algunos otros países. Pero en el mar se encontraron con nuevos desastres; porque muchos fueron vendidos como esclavos cuando llegaron a cualquier costa, muchos se ahogaron, muchos se quemaron en los barcos, que se incendiaron. En fin, todos sufrieron muchos se ahogaron, muchos se quemaron en los barcos, que fueron incendiados. En fin, todos sufrieron muchos se ahogaron, muchos se quemaron en los barcos, que fueron incendiados. En fin, todos sufrieronel castigo de Dios vengador: porque, después de todo esto, vino una plaga que arrasó con el resto de los miserables, que eran odiados por toda la humanidad; así que todo ese gran número pereció por alguna calamidad u otra, excepto unos pocos ". Algunos que buscaban descansar en el reino de Fez, vivieron allí durante mucho tiempo sobre la hierba, y comieron sus mismas raíces, y luego murieron, y sus cuerpos quedaron expuestos, sin que ninguno fuera tan caritativo como para enterrarlos.

El escritor judío que acabo de citar menciona a algunos refugiados en Portugal. Pagaron caro esta libertad a Juan II, pero a los pocos años fueron expulsados ​​de allí también por su sucesor. Y a principios del siglo siguiente se cometió una terrible masacre de ellos en Lisboa, durante tres días juntos, donde no se les permitió morir a causa de sus heridas mortales, sino que fueron arrastrados por sus miembros mutilados a la plaza del mercado, donde el Los cuerpos de los vivos y los muertos, con otros medio vivos, medio muertos, fueron quemados juntos en montones. Dos mil de ellos perecieron de esta manera bárbara. Los padres no se atrevieron a llorar a sus hijos, ni los hijos a suspirar por sus padres, cuando los vieron llevados al lugar de tormento. El miedo los desanimó tanto, como relata un historiador, que los vivos en su aspecto no diferían mucho de los muertos,Y el Señor te dará corazón tembloroso, ojos débiles y tristeza mental.

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