Faraón llegó temprano a sus falsas devociones al río; ¿Y tendremos más sueño y más sueño, cuando se haga algún servicio al Señor? Los egipcios y los hebreos serían marcados en la plaga de moscas. El Señor conoce a los que son suyos y hará que parezca, quizás en este mundo, ciertamente en el otro, que los ha apartado para sí mismo. El faraón entró de mala gana en un tratado con Moisés y Aarón. Está contento con que sacrifiquen a su Dios, siempre que lo hagan en la tierra de Egipto. Pero sería una abominación para Dios si ofrecieran los sacrificios egipcios; y sería una abominación para los egipcios, si ofrecieran a Dios los objetos del culto de los egipcios, a saber, sus becerros o bueyes. Aquellos que ofrezcan un sacrificio aceptable a Dios, deben separarse de los impíos y profanos. También deben retirarse del mundo. Israel no puede celebrar la fiesta del Señor, ni entre los hornos de ladrillos ni entre las ollas de carne de Egipto. Y deben sacrificar como Dios les ordene, no de otra manera. Aunque estaban esclavizados por el faraón, sin embargo, debían obedecer los mandamientos de Dios. Faraón consiente en que se vayan al desierto, siempre que no vayan tan lejos, pero él podría traerlos de regreso. Así, algunos pecadores, en una punzada de convicción, se separan de sus pecados, pero no quieren irse muy lejos; porque cuando pase el susto, volverán a acudir a ellos. Moisés prometió la eliminación de esta plaga. Pero que Faraón no vuelva a obrar con engaño. No se dejen engañar; No se burlan de Dios: si pensamos en engañar a Dios con un arrepentimiento falso y una falsa entrega de nosotros mismos a él, Pondremos una trampa fatal a nuestras propias almas. Faraón volvió a su dureza. Las concupiscencias reinantes rompen los lazos más fuertes y hacen que los hombres presuman y se aparten de su palabra. Muchos parecen ser sinceros, pero hay alguna reserva, algún amado pecado secreto. No están dispuestos a verse a sí mismos como en peligro de sufrir una miseria eterna. Se abstendrán de otros pecados; hacen mucho, dan mucho y hasta se castigan mucho. A veces lo dejarán fuera y, por así decirlo, dejarán que su pecado se vaya un poco; pero no decidirán separarse de todo y seguir a Cristo, llevando la cruz. En lugar de eso, se aventuran a todos. Están tristes, pero se apartan de Cristo, decididos a conservar el mundo en el presente, y esperan alguna temporada futura, cuando la salvación pueda obtenerse sin sacrificios tan costosos; pero, al fin,

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