Hombres y hermanos Aunque nuestro Señor nunca se dirigió a la gente de esta manera (tal vez porque hubiera implicado una igualdad no adecuada a la dignidad de su carácter), los apóstoles lo hicieron con frecuencia cuando hablaban con judíos o cristianos, pero nunca cuando hablaban con ellos. los gentiles. Esto implica que reconocieron una relación doble con sus propios compatriotas, “como hombres de la misma naturaleza, descendientes de Adán; y como hermanos de la misma familia favorecida, como descendientes de Abraham ”. Scott. Esta escritura debe haberse cumplido. Posteriormente se citan dos profecías con este propósito, Hechos 1:20 , de Salmo 69:25 ; Salmo 109:8; (sobre qué pasajes ver las notas;) y ha sido tema de mucho debate, si se refieren, en su sentido original, a Judas oa los enemigos de David.

Es cierto que el salmo sesenta y nueve no debe limitarse a Judas; porque Pablo (Romanos 11: 9-10) ha citado los versículos 22d y 23d como aplicables a los judíos incrédulos en general: y “hay tantos pasajes en estos dos salmos más aplicables a David que a Cristo, que yo estaba muy inclinado ", dice el Dr. Doddridge," para traducir las palabras que tenemos ante nosotros así: La escritura que el Espíritu Santo habló antes, por boca de David, debe necesariamente haberse cumplido con respecto a Judas, &C.; y haberlos explicado como si el apóstol hubiera dicho: 'Esa venganza que David predijo, como para ser ejecutada sobre sus enemigos, debe caer mucho más sobre Judas, cuyo pérfido y cruel ataque contra Cristo mismo lo convirtió en mucho más criminal'. Pero es cierto que el orden de las palabras griegas no admitirá naturalmente esta interpretación. Por lo tanto, concluyo que, mientras David profetizaba las calamidades que habrían de sobrevenir a sus perseguidores, el Espíritu Santo le reveló que los enemigos y asesinos del Mesías heredarían esas maldiciones en todo su terror, y serían aún más miserables que las personas sobre las que iban a caer más inmediatamente. Este hecho lo considero afirmado en estas palabras, como lo que el mismo Espíritu le reveló al apóstol Pedro:

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