Y sobrevino gran temor sobre toda la iglesia. Todos los que se habían unido a ella se sintieron impresionados por un santo temor por Dios y sus juicios, y por una gran veneración de esta dispensación del Espíritu, bajo la cual estaban ahora. No humedeció ni detuvo su santa alegría, pero les enseñó a ser serios en medio de ella y a regocijarse con temblores. Y todos los que pusieron su dinero a los pies de los apóstoles, después de esto, temieron quedarse con parte del precio. Y a todos los que oyeron estas cosas que no pudieron sino reconocer que fue la mano inmediata de Dios por la que murieron estas dos personas, y que él era justo en esta espantosa dispensación.

Muchos, sin duda, se sintieron consternados por ello, y estaban listos para decir: ¿Quién puede estar delante de este santo Señor Dios y su Espíritu en estos sus siervos? Como la palabra iglesia (εκκλησια) aparece ahora por segunda vez en esta historia, puede ser apropiado observar que tenemos aquí un espécimen nativo de una iglesia del Nuevo Testamento; que es un grupo de personas llamadas por el evangelio, injertadas en Cristo por la fe y el Espíritu Santo, admitidas en la sociedad de los cristianos por el bautismo, animadas por el amor, unidas por toda clase de compañerismo y disciplinadas por la ejecución de un juicio divino en dos miembros indignos.

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