Entonces dijeron los judíos: He aquí cómo lo amaba. Parecen extrañarse de que sienta un afecto tan fuerte por alguien con quien no era pariente y con quien no había tenido una relación desde hacía mucho tiempo, habiendo pasado la mayor parte de su tiempo en Galilea, a gran distancia de Betania. Nos conviene, según este ejemplo de Cristo, mostrar nuestro amor a nuestros amigos, tanto vivos como moribundos. Debemos entristecernos por nuestros hermanos que duermen en Jesús, como aquellos que están llenos de amor, aunque no vacíos de esperanza; porque aunque nuestras lágrimas no aprovechan a los muertos, embalsaman su memoria. Las lágrimas de Cristo, junto a la tumba de Lázaro, eran indicios de su particular amor por él; pero ha dado pruebas, no menos evidentes, de su amor por todos los santos, en el sentido de que murió por ellos. Estos judíos, cuando lo vieron derramar lágrimas sobre el cadáver de Lázaro, dijeron:¿Ves cómo lo amaba? ¡Cuánta razón más tenemos nosotros, por quien entregó su vida, para decir: Mirad cómo nos amó! Y algunos decían: ¿No podría este hombre , etc.? “Algunos de ellos, sin embargo, interpretaron esta circunstancia en su contra; pues, según su mezquina forma de juzgar, se imaginaban que él había dejado que cayera bajo el golpe de la muerte sin otra razón que la falta de poder para rescatarlo.

Y, pensando en el milagro, que se decía que había sido realizado en el ciego durante la fiesta de los tabernáculos, al menos tan difícil como curar un moquillo agudo, pusieron en duda al primero, porque el segundo había sido descuidado. Si, decían, realmente le ha abierto los ojos a los ciegos, ¿no podría haber preservado a este hombre de la muerte? Así, cuando estaba muriendo, porque no se salvó y bajó de la cruz, concluyeron que no podía; sin considerar que el poder divino siempre está dirigido en sus operaciones por la sabiduría divina, no meramente de acuerdo con su voluntad , sino de acuerdo con el consejode su voluntad, en la que nos conviene consentir. Si los amigos de Cristo, a quienes ama, mueren; Si su iglesia, a la que ama, es perseguida y afligida, no debemos imputar estas cosas a ningún defecto, ya sea en su poder o en su amor, sino concluir que él permite que sucedan, porque él ve que es lo mejor para ellos. debería. Jesús pronto mostró a estos susurradores, al resucitar a Lázaro de entre los muertos, que él podría haber evitado su muerte, pero por lo tanto no lo hizo, porque se glorificaría más a sí mismo haciendo una obra mayor que curando su trastorno.

Sin embargo, los corazones de muchos de estos judíos estaban tan duros que, a pesar del gran milagro que ahora estaban a punto de ver realizar a Jesús, persistirían todavía en su infidelidad. Y Jesús, que conocía los discursos que ahora mantenían entre ellos en privado acerca de él, conociendo también plenamente su obstinación y previendo las miserias en las que su incredulidad los envolvería, se afligió aún más y gimió de nuevo en sí mismo al verlo. fue a la tumba.

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