Jesús fue al monte de los Olivos. Fue a alojarse allí, para estar fuera del alcance de sus enemigos, y para que en su retiro pudiera, mediante una conversación secreta con su Padre celestial, estar animado a todas las labores y peligros que tenía por delante. Y temprano en la mañana, para que su retiro no interrumpiera la oportunidad de servicio público que le brindaba el actual concurso de personas en Jerusalén; volvió al templo con miras a enseñar a la gente, gran número de los cuales venía a adorar allí, antes de que regresaran a sus respectivas habitaciones en el país; (habiendo terminado la fiesta;) vino a élLo rodearon para recibir sus instrucciones; y, a pesar de la conspiración tardía que se había formado contra él, se sentó y les enseñó con tanta libertad y valentía como nunca lo había hecho. ¡Tal era su compasión por ellos y su celo por la gloria de su Padre celestial!

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