Ningún extraño comerá cosa santa. Por cosa santa se entiende aquí la parte de los sacrificios que pertenecía a los sacerdotes. Y por extraño no se entiende alguien de otra nación, a diferencia de un judío nativo, sino uno que no era de la propia familia del sacerdote, ya sea judío o gentil prosélito. Un forastero que llegaba a su casa, se quedaba allí por un tiempo y comía en su mesa, no debía comer de ella. Sin embargo, hay una excepción a esta regla en el siguiente versículo.

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