Yo os digo, pedid , etc. Ore con frecuencia y sea sumamente serio e importuno en sus oraciones, porque así obtendrá todo lo que pida conforme a la voluntad de Dios. Porque si la importunidad prevaleciera así con un hombre que estaba disgustado por ella, prevalecerá mucho más con Dios, que es infinitamente más bondadoso y dispuesto a hacernos el bien de lo que somos los unos a los otros; y no le disgusta nuestra importunidad, sino que la acepta, especialmente cuando el objeto de ella son misericordias espirituales. Si no responde a nuestras oraciones y concede nuestras peticiones en el momento, las responderá a su debido tiempo, si continuamos orando y ejerciendo fe en su poder, amor y fidelidad. Pregunte, por tanto, qué es lo que Dios en su palabra le autoriza a pedir, y qué está convencido de que sería para la gloria de Dios que debería recibir,y se te dará o lo mismo que pides, o lo que es equivalente; ya sea la eliminación de la espina en la carne, o la gracia suficiente para permitirle sobrellevarla.

De esto tenemos una seguridad de la propia boca de Cristo, quien conoce la mente de su Padre, y en quien todas las promesas de Dios son sí y amén. Pero no sólo debemos pedir , también debemos buscar , en el uso de los medios; debemos respaldar nuestras oraciones con nuestros esfuerzos; y al pedir y buscar, debemos continuar con urgencia, aún llamando a la misma puerta, y al fin venceremos. Porque todo el que pide, recibe Incluso el santo más humilde tendrá su petición concedida, que pide con seriedad, importuna y fe. Este pobre clamó, y el Señor lo escuchó, Salmo 34:6. Cuando pedimos a Dios lo que Cristo, en la oración anterior, nos ha ordenado pedir, a saber, que su nombre sea santificado; para que venga su reino y se haga su voluntad; en estas peticiones debemos ser importunos y nunca callarnos ni de día ni de noche. Ver Mateo 7:7 ; donde ocurre el mismo pasaje.

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