Jesús respondiendo lo que Simón dijo dentro de sí mismo; dijo: Simón, tengo algo que decirte. Aunque fue amablemente agasajado en su mesa, aun allí juzgó apropiado reprenderlo por lo que vio mal en él, y no sufrir el pecado sobre él. Sin embargo, lo hace de la manera más tierna y cortés. Y él dice: Maestro , διδασκαλε, maestro, diga sobre Aunque Simón no lo creería profeta, porque sufrió que un pecador tan grande lo tocara, sin embargo, pudo felicitarlo con el título de maestro , como los que dicen a él, Señor, Señor , pero no hagas lo que él manda. Entonces Jesús pronunció inmediatamente la siguiente parábola como una reprensión justa pero suave de su anfitrión.Cierto acreedor tenía dos deudores que eran insolventes; el uno debía quinientos peniques griegos, δηναρια, peniques romanos, por un valor de unos siete peniques medio penique esterlina, de modo que quinientos de ellos equivalían casi a quince guineas esterlinas y cincuenta a una guinea y media.

No hay razón para creer que hubo algún misterio en el hecho de que Cristo fijara estas sumas, en lugar de cualquier otro que tuviera una gran diferencia entre ellos. Y cuando no tenían nada que pagar, ninguno de los dos podía saldar parte de esta deuda; francamente les perdonó a ambos la totalidad de lo que debían respectivamente: Dígame, por lo tanto, ya que se puede esperar razonablemente que ambos tengan algún sentido y gratitud por su bondad; ¿Cuál de ellos lo amaría más a cambio de su gran bondad y generosidad? Observe, lector, ninguno de los dos lo amaría en absoluto antes de que él lo perdonara. Un deudor insolvente, hasta que es perdonado, no ama , sino que evita a su acreedor.Simón respondió: Aquel a quien más perdonó seguramente estaba bajo las mayores obligaciones, y debe suponerse razonablemente que siente el mayor afecto por su misericordioso y generoso acreedor: Y él dijo: Has juzgado correctamente y el reflejo es evidentemente adecuado para el caso que tenemos ante nosotros.

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