Pedro respondió y dijo Según Lucas 22:31 , nuestro Señor había advertido a Pedro antes de que salieran de la casa, de un violento asalto que Satanás le haría; y cuando Pedro declaró que estaba dispuesto a ir con Cristo a la prisión y la muerte , Cristo le había advertido que sería vencido por la tentación y que caería. Pedro, por lo tanto, recordando ahora lo que Cristo le había dicho antes, y sintiéndose nuevamente entristecido al ver que su Maestro todavía tenía tales pensamientos sobre él, la vehemencia de su temperamento lo apresuró a jactarse por segunda vez de su valiente y estrecho apego a Jesús. Él respondió: Aunque todos los hombres se escandalizarán, &C. En esta protesta, Peter, sin duda, fue sincero. Sin embargo, él tuvo una gran culpa por no prestar la debida atención a las repetidas predicciones de su Maestro sobre su caída; por la preferencia que se dio a sí mismo sobre sus hermanos; y por apoyarse en sus propias fuerzas, en lugar de pedir ayuda a Aquel de quien se deriva toda la suficiencia humana.

Por lo tanto, para hacerle sentir el orgullo de su corazón, la confianza en sí mismo y la seguridad carnal, que Jesús sabía que producirían descuido y negligencia en la oración, pensó que era conveniente advertirle de nuevo del peligro, y en términos más fuertes, diciendo En verdad, esta noche, antes del canto del gallo O mejor dicho, antes del canto del gallo , es decir, antes de las tres de la madrugada, hora habitual del canto del gallo; aunque se oyó cantar un gallo una vez después de la primera negación de Pedro a su Señor. Sin embargo, Pedro , no convencido de su debilidad, ni de que cualquier tentación pudiera hacerle culpable de tan vil conducta, dijo con mayor confianza y vehemencia; Aunque muera contigo, no te negaréY, sin duda, eso pensaba. Lo mismo dijeron todos los discípulos. Todos se unieron a Pedro al profesar su resolución fija de sufrir la muerte, en lugar de negar a su Maestro; sin embargo, el evento fue exactamente como Jesús lo había predicho, y antes sabía que ciertamente sería; sin embargo, tal era su ternura, que no agravaría su pecado con ninguna respuesta. De esta circunstancia aprendemos cuán frecuentemente ignorantes son los hombres de sí mismos, y que para ser piadosos y virtuosos no basta con tomar las decisiones más firmes.

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