Ninguno de nosotros se quitaba la ropa ni de día ni de noche, como es la costumbre cuando la gente se va a descansar, pero se mantenían constantemente dispuestos a luchar, si se hacía algún asalto a la ciudad. Salvando que cada uno los dejara para lavarse cuando tuvieran que lavarse y limpiarse de alguna impureza que pudiera caer sobre ellos o sus vestiduras.

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