Así que ni yo, ni mis hermanos, ni mis siervos, ni los hombres de la guardia que me siguieron, todos los de la familia inmediata de Nehemías, junto con sus asistentes, ninguno de nosotros se quitó la ropa, salvo que todos se quitaran la ropa por lavar, literalmente, "el hombre su arma el agua", lo que puede significar que incluso durmieron con sus ropas, o que se llevaron sus armas con ellas incluso cuando fueron a buscar agua, quitándolas solo para las abluciones necesarias. También en los asuntos espirituales es necesaria la vigilancia constante, eterna, porque el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.

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