David se lamentó con este lamento: Que cualquiera lea esta admirable oda, que no hay nada más elegante y apasionado en toda la antigüedad; y encontrará la máxima decencia y decoro en la preocupación que David descubre, y los encomios transmitidos respectivamente a Saúl y Jonatán; nada más que lo que se convirtió en los personajes de ambos, y se adaptaba a la situación de quien lo escribió. Saulcelebra sus anteriores victorias, su rapidez y fuerza; y derrama una lágrima sobre él por su derrota y las humillaciones que le fueron ofrecidas después de su muerte; que la humanidad sacaría de los ojos, incluso sobre un enemigo, que por lo demás fuera valiente y murió luchando por su país; y lo que merece ser mencionado en su honor, sin una sola reflexión sobre su pasada injusticia y crueldad hacia sí mismo. Pero en cuanto a Jonatán, ¡ cuán justo y cálido es el dolor que manifiesta! Estoy angustiado por ti, etc.

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