¿Se jactará el hacha, etc.? Aquí el profeta refuta al asirio, en un discurso grave, adaptado para humillar su orgullo. Enseña lo que había declarado antes, que en todos sus consejos, mociones, obras, era ministro de la divina providencia; incapaz de hacer nada sin la voluntad y el permiso divinos; y por lo tanto su jactancia no debía considerarse de otra manera que si el hacha y la sierra debieran magnificarse contra quienes las manejan, y reclamar para sí mismos, como instrumentos, ese efecto que sólo se debe al motor, como causa. Ver Isaías 10:5 y Vitringa.

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