No se lamentarán por él, etc.— El profeta aquí repite parte del cántico fúnebre, que los dolientes públicos solían cantar en los funerales; indicando, que ni Joacim ni su reina o familia debían ser enterrados con esos solemnes lamentos, con los que se había honrado la memoria de sus predecesores, particularmente la de su padre. Por el contrario, el profeta predice que su cadáver debe ser tratado con gran indignidad y debe ser arrojado como el cadáver del animal más vil.

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