Porque como el Padre levanta a los muertos,rindiéndole un homenaje y una obediencia sin reservas, como lo necesario para aprobar su deber y fidelidad a Dios; porque el que en tal circunstancia, y en tal descubrimiento, no honra al Hijo como digno de la más alta veneración, no honra al Padre que lo envió; pero si lo afrenta en la persona de su Hijo debe esperar ser tratado como un enemigo y un rebelde. "Nuestro Salvador se levanta aquí en su discurso, y abre tal escenario de gloria a sus oyentes, que debe haberlos llenado de asombro: a poseer el poder de resucitar a los muertos, argumentó una gran dignidad; pero nuestro Señor reclama una mayor, al afirmar que estaba investido con el poder de como digno de la más alta veneración, no honra al Padre que lo envió; pero si lo afrenta en la persona de su Hijo debe esperar ser tratado como un enemigo y un rebelde. "Nuestro Salvador se levanta aquí en su discurso, y abre tal escenario de gloria a sus oyentes, que debe haberlos llenado de asombro: a poseer el poder de resucitar a los muertos, argumentó una gran dignidad; pero nuestro Señor reclama una mayor, al afirmar que estaba investido con el poder de como digno de la más alta veneración, no honra al Padre que lo envió; pero si lo afrenta en la persona de su Hijo debe esperar ser tratado como un enemigo y un rebelde. "Nuestro Salvador se levanta aquí en su discurso, y abre tal escena de gloria a sus oyentes, que debe haberlos llenado de asombro: a poseer el poder de resucitar a los muertos, argumentó una gran dignidad; pero nuestro Señor reclama una mayor, al afirmar que estaba investido con el poder dejuzgando al mundo. El poder de juzgar el mundo implica la ejecución de juicios temporales y eternos.

Este poder fue encomendado a nuestro Señor, para que todos le honren como honran al Padre; donde el poder es el mismo, el honor también debe ser el mismo. Por tanto, los hombres debían honrar al Hijo, como hacedor y gobernador, y Salvador del mundo, rindiéndole el homenaje de la fe, el amor y la obediencia, para que fueran recompensados ​​con la vida eterna: para que sean designados por el Padre Juez universal, los que no le honraron, no honraron al Padre. El que trata mal a un embajador, afrenta a su amo; pero el que no honra al Hijo, que es el amado del Padre, no honra al Padre, que lo envió con este propósito, para ser honrado en él. El que no cree al Hijo, tampoco cree al Padre, por quien fue enviado al mundo. Ver cap. Juan 1:3 .

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