Alabado sea el Señor— Llena de gratitud por esta señal de favor divino, Deborah comienza su canción con un noble reconocimiento de la ayuda de Dios y, como es habitual en poemas de este tipo, estalla en el siguiente verso en un excelente apóstrofe, con toda esa variedad de cambios en números y personas, que tan eminentemente distingue a la poesía hebrea. Houbigant traduce esta cláusula,

Porque los jefes de Israel emprendieron la guerra, Porque el pueblo se ofreció voluntariamente, alabad al Señor.
En qué versión, según observa, se corresponden las cláusulas, como es habitual en este tipo de poesía.

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