¡Maestro, maestro, perecemos! ¡ Qué concisa, qué brusca y qué ardiente es esta exclamación! por tanto, ¡cuán fuertemente significativo es el peligro inminente y la mayor angustia! no tienen tiempo para ser explícitos; la demora de un momento puede ser fatal. Lo que dicen es la concisión misma y toda rapidez. Ésta es la naturaleza; este es el lenguaje general del corazón.

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