Este es Juan el Bautista. De Lucas 9:7 aprendemos que Herodes y sus cortesanos estaban extrañamente perplejos con respecto a la fama de Jesús, lo que ocasionó muchas especulaciones entre ellos. Algunos suponían que era Juan resucitado de entre los muertos, otros, que era Elías, y otros, uno de los antiguos profetas; pero Herodes declaró que era su opinión que era Juan; y por tanto, dice él, se manifiestan en él obras poderosas, es decir, ha ejercido poderes extraordinarios y milagrosos . Erasmus piensa de hecho, que a medida que Herodes era de la secta de los saduceos, que negaban la inmortalidad del alma, (compárese cap. Mateo 16:6 . Marco 8:15.) podría decir esto a modo de ironía a sus sirvientes, ridiculizando las nociones de la gente inferior, y aquellos que se unieron a esa opinión; y esta solución podría haber pasado, si Herodes no hubiera estado perplejo en esta ocasión, Lucas 9:7 .

La imagen del Bautista a quien injustamente dio muerte, se presentaba a menudo a su pensamiento y lo atormentaba; por lo tanto, cuando se informó que había resucitado de entre los muertos y estaba obrando milagros, Herodes, temiendo que se le infligiera algún castigo por su crimen, en la confusión de sus pensamientos dijo que Juan había resucitado de entre los muertos, no obstante era un saduceo. Es más, podría decir esto, aunque había oído hablar de Jesús y sus milagros antes, no hay nada más común que las personas en vehementes perturbaciones hablar de manera inconsistente. Además, no es fácil llegar a creer firmemente en un absurdo tan grande como la aniquilación de la mente humana. El ser de Dios, la inmortalidad del alma, las recompensas y castigos de un estado futuro, con los otros grandes principios de la religión natural; a menudo se imponen a los incrédulos, a pesar de todos sus esfuerzos por desterrarlos; y dejar un aguijón en la conciencia, cuyo dolor, aunque se oculte, no se puede aliviar fácilmente. De esto, Herodes es un ejemplo notable; pues, a pesar de que era rey, su conciencia se hacía sentir y oír, en medio de todo el ruido, las prisas, las lisonjas y los libertinajes de una corte.

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