Entonces dirá el rey: La sentencia dictada sobre los justos ofrece un motivo noble para la paciencia y la perseverancia en el bien. Al principio de la parábola, nuestro Señor se llama a sí mismo el Hijo del Hombre solamente; pero ahora cambia el nombre, tomando el título de rey.con gran propiedad, cuando se refiere a sí mismo como ejerciendo el acto más elevado del poder real; al dictar sentencia final sobre todos los hombres como súbditos suyos, mediante la cual su estado será fijado inalterablemente para siempre. Y este título agrega una belleza inefable a las palabras condescendientes que se le representa hablando en esta gran ocasión. No se puede imaginar una imagen más magnífica que ésta ante nosotros: el mundo reunido, distinguido con una penetración tan infalible y distribuido en dos grandes clases, con tanta facilidad como las ovejas y las cabras son organizadas por un pastor en diferentes compañías; ese mundo reunido esperando recibir su perdición eterna de los labios de la justicia todopoderosa e imparcial! El estado actual de los hombres buenos es, en el mejor de los casos, un destierro de su país natal; un exilio en el que con frecuencia se ven expuestos a múltiples tentaciones,

Pero para que lo soporten todo con valor y constancia inquebrantables, esta sentencia les da a conocer que son amados y bendecidos por Dios, como sus propios hijos; y que hay nada menos que un reino eterno preparado para los santos fieles de Dios desde la fundación o formación del mundo, a través de esa infinita presciencia de la Deidad, por la cual él prevé quiénes serán fieles y quiénes no. Bien puedan los tales sobrellevar la violencia de sus opresores, sabiendo que les aguarda un inmenso y eterno peso de gloria.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad