No te hagas daño. - Pocas y sencillas como son las palabras, son eminentemente características del amor y la simpatía que ardían en el corazón de San Pablo. Para él, el suicidio que otros hubieran admirado o, al menos, habrían pensado sin horror, habría sido la más terrible de todas las formas de muerte. No podía soportar la idea de que incluso el carcelero que lo había arrojado a la mazmorra pereciera en su desesperación.

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