Sin nuestros hombres. - Mejor, como en el margen, sin nuestros maridos. Aquí tenemos, es obvio, las mismas palabras de las mujeres que fueron picadas por lo que vieron como la insinuación de Jeremías de que la culpa principal recaía sobre ellas. Renuncian a cualquier responsabilidad especial. Sus maridos se habían unido al culto, o al menos lo habían aprobado.

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