El que retiene el trigo hasta que alcanza un precio exorbitante, “el pueblo lo maldecirá, pero la cabeza del que lo vende será bendición” a un precio justo. La verdad de esto no se ve afectada por el hecho de que el egoísmo del comerciante es a la larga beneficioso para la comunidad al limitar el consumo como consecuencia del aumento en el precio del maíz.

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