Los verbos de estos versos no deben entenderse como futuros, sino como presentes, que describen la condición habitual del poeta. “El salmista se describe a sí mismo como un miembro del rebaño de Jehová, a salvo bajo Su cuidado, absuelto de todas las ansiedades por el sentido de esta protección, y obteniendo de esta confianza de seguridad el tiempo libre para disfrutar, sin saciedad, de todos los placeres simples que componen la vida. - el frescor del prado, el frescor del arroyo.

Es la imagen más completa de felicidad que jamás se haya dibujado o pueda dibujarse. Representa ese estado mental por el que todos suspiran por igual, y cuya falta hace que la vida sea un fracaso para la mayoría; representa ese cielo que está en todas partes si pudiéramos entrar en él, y sin embargo casi en ninguna parte porque muy pocos de nosotros podemos ”( Ecce Homo, 5, 6).

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