Versículo Ezequiel 16:13 . Así estabas ataviada. El Targum comprende todo esto del servicio del tabernáculo , el libro de la ley , las vestiduras sacerdotales , etc.

Te convertiste en un reino. Aquí la figura se explica por sí misma: por este infeliz infante, se señala la baja condición de la nación judía en su origen; por el crecimiento de este niño en la condición de mujer, el aumento y la multiplicación del pueblo por su atavío y ornato, su servicio del tabernáculo y sus ordenanzas religiosas; por su desposorio y consiguiente matrimonio, el pacto que Dios hizo con los judíos; por su fornicación y adulterios, su apostasía de Dios y el establecimiento del culto idolátrico, con todos sus ritos abominables; por su fornicación y prostituciones con los egipcios y asirios, las alianzas pecaminosas que los judíos hicieron con esas naciones, y la incorporación de su culto idolátrico con el de Jehová; por sus amantes siendo traídos contra ella, y desnudándola, la entrega de los judíos en manos de los egipcios, asirios y caldeos, que los despojaron de todas sus excelencias, y finalmente los llevaron al cautiverio.

Esta es la clave de todo este largo capítulo de metáforas, y el lector hará bien en olvidar las cifras y fijarse en los hechos. El lenguaje y las figuras pueden parecernos excepcionales en muchos lugares, pero se ajustan perfectamente a aquellos tiempos y lugares, y a todo lector y oyente le parecerían perfectamente apropiados, y no engendrarían ni un pensamiento ni una pasión de tipo irregular o impropio. La costumbre sanciona el modo y previene el abuso. Entre los salvajes desnudos no se conocen pasiones y propensiones irregulares que predominen sobre las de la vida civilizada. ¿Por qué? Porque tales vistas son habituales, y por lo tanto en sí mismas inocentes. Y lo mismo puede decirse del lenguaje con que se describen tales estados y circunstancias de la vida. Si Ezequiel hubiera hablado en un lenguaje que entre nosotros se llamaría casto e intachable, habría parecido a sus oyentes un dialecto extraño, y habría perdido al menos la mitad de su fuerza y efecto. Que ésta sea la disculpa del profeta por la aparente falta de delicadeza de sus metáforas; y la mía, por no entrar en ninguna discusión particular sobre ellas. Ver también en Ezequiel 16:63 .

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