Verso 24. Y los que son de Cristo... Todos los cristianos genuinos han crucificado la carne: están tan lejos de obedecer sus dictados y de actuar bajo su influencia, que han crucificado sus apetitos sensuales; los han clavado en la cruz de Cristo, donde han expirado con él; por eso, dice San Pablo, Romanos 6:6 , nuestro viejo hombre -la carne, con sus afectos y lujurias- está crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que en adelante no sirvamos al pecado. Por lo cual vemos que Dios ha diseñado plenamente para salvar a todos los que creen en Cristo de todo pecado, ya sea exterior o interior, con todos los afectos, παθημασι, pasiones irregulares, y lujurias, επιθυμιαις, deseos y anhelos desordenados. Todo lo que un hombre puede sentir contrario al amor y a la pureza; y todo lo que puede desear contrario a la moderación y a esa abnegación peculiar del carácter cristiano.

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