Verso Hechos 11:2. Contendió con él... Una prueba manifiesta de que la Iglesia primitiva de Jerusalén (y ninguna Iglesia puede merecer este nombre sino la Iglesia de Jerusalén) no tenía ninguna idea de la supremacía de San Pedro, ni de que fuera el príncipe de los apóstoles. Ahora se le pide que rinda cuentas de su conducta, que ellos juzgaron reprobable; y que no habrían intentado hacer si le hubieran creído vicario de Cristo en la tierra, y cabeza infalible de la Iglesia. Pero este sueño absurdo es refutado en todas partes en el Nuevo Testamento.

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