Verso Levítico 16:2Que no entre en todo momento en el lugar santo. Por el lugar santo debemos entender aquí lo que ordinariamente se llama el Santo de los Santos, o lugar santísimo; ese lugar dentro del velo donde se colocaba el arca de la alianza, etc., y donde Dios manifestaba su presencia entre los querubines. En casos ordinarios, el sumo sacerdote podía entrar en este lugar sólo una vez al año, es decir, en el día de la expiación anual; pero en casos extraordinarios podía entrar con más frecuencia, a saber, mientras estaba en el desierto, en el descampado y en el campamento, debía entrar para descolgar o ajustar las cosas; y en ocasiones públicas solemnes y apremiantes, estaba obligado a entrar para consultar al Señor: pero nunca entraba sin la más profunda reverencia y la debida preparación.

Para que parezca que el gran tema de este capítulo, la ordenanza del chivo expiatorio, tipificaba la muerte y resurrección de Cristo, y la expiación así realizada, me permito referirme a  Hebreos 9:7 y Hebreos 9:24, que transcribiré aquí, porque es una clave para todo este capítulo. "En el segundo [tabernáculo] entraba el sumo sacerdote solo una vez cada año, no sin sangre, que ofrecía por sí mismo y por los errores del pueblo. El Espíritu Santo quiere decir con esto que el camino hacia el santísimo no se había manifestado todavía, mientras que el primer tabernáculo seguía en pie: el cual era una figura para el tiempo presente, en el que se ofrecían tanto dones como sacrificios que no podían hacer perfecto al que hacía el servicio, en lo que se refiere a la conciencia; que sólo se mantenía en carnes y bebidas, y en diversos lavados y ordenanzas carnales, impuestas hasta el tiempo de la reforma. Pero habiendo venido Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por medio de un tabernáculo mayor y más perfecto, no hecho de manos, es decir, no de este edificio; ni por la SANGRE de CABRAS y BUEYES, sino por su PROPIA SANGRE, entró en el lugar santo, habiendo obtenido para nosotros la redención eterna. Porque Cristo no entró en los lugares santos hechos de mano, que son figuras de los verdaderos, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros; ni tampoco para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote entra en el lugar santo cada año con la sangre de otros; (porque entonces debió haber sufrido muchas veces desde la fundación del mundo), sino que ahora, una vez en el fin del mundo, se ha presentado para QUITAR EL PECADO POR EL SACRIFICIO DE ÉL MISMO".

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