CAPITULO II

El profeta exhorta a su pueblo a que hable y actúe como lo hicieron

que obtuvieron la misericordia de Dios; y a protestar enérgicamente

contra la conducta de su madre, (Samaria), cuyo cautiverio vino

por haber abandonado a Dios y atribuir su prosperidad a los ídolos, 1-5.

Como ampliación de esta amenaza, el profeta

enumera una serie de aflicciones que debían sobrevenirle

de su deber para con Dios, y de su insensatez al seguir

ídolos y atribuirles falsamente las bendiciones de la Providencia, 6-13.

Después de estas correcciones, sin embargo, Dios promete conducir a Israel 

Israel sano y salvo a su propia tierra; aludiendo tal vez a su

cautividad en Babilonia, pues se supone que esta profecía

fue pronunciada unos doscientos cincuenta años

años antes de este acontecimiento, 14, 15.

Además, se compromete a tratarlos como un esposo tierno, 

y no como un amo severo, como lo eran los ídolos a los que servían,

16, 17.

El resto del capítulo promete al pueblo de Dios, el verdadero

Israel, la seguridad contra todo mal, con la posesión de toda

bendición, bajo un nuevo pacto; y eso en términos llenos de

belleza, energía y consuelo. El cielo y la tierra, y todo lo que

que contienen; toda la naturaleza, y el Dios de la naturaleza, 

se unen para hacer feliz al pueblo de Dios.

Ahora, una parte de la naturaleza, animada o inanimada, 

transmite a otra, y todas se unen en dulce armonia

para transmitirlo al oído del Todopoderoso. "Yo oiré, dice

Jehová, yo oiré a los cielos, y ellos oirán a la

tierra, y la tierra oirá el trigo, el vino y el aceite;

y oirán a Jezreel".

 

NOTAS SOBRE EL CAP. II

Versículo Oseas 2:1 . Decid a vuestros hermanos, Ammi. Prefiero la interpretación de estos nombres propios. Decid a vuestros hermanos , PUEBLO MÍO; y a vuestras hermanas, que habéis ALCANZADO MISERICORDIA.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad