Y cuando fueron escapados, ... desde el peligro que estaban expuestos por naufragio, y fueron seguros para aterrizar; Esto se omite en la versión siríaca:

Luego sabían que la isla se llamaba Melita; una isla hacia la orilla africana, donde se coloca tanto por Pliny G, y Ptolomy H; En el que, este último dice, fue la ciudad Melita: se encuentra entre Sicilia y Trípolis de Barbary, y ahora se llama Malta: Era famoso por los Caballeros de Rodas, que ahora se llaman los Caballeros de Malta: ¿Tiene su nombre de מלט, "para escapar", que antes era un refugio para los fenicios, especialmente en el clima tormentoso, en su largo viaje del neumático a Gades; Y, de hecho, fue un lugar de escape al apóstol Pablo, y aquellos que estaban con él. Y tal vez podría ser llamado así de ser un refugio para los piratas; Para Cicerón, dice, aquí los piratas solían inviernos casi todos los años, y, sin embargo, no estropeaban el templo de Juno, como lo hicieron Verres: aunque algunos dicen que se llamaba así de la gran abundancia de miel que se encuentra en ella; Porque fue una isla muy agradable y fructífera, que trayendo gran gran cantidad de trigo, centeno, lino, Cummin, algodón, higos, vino, rosas, tomillo, lavanda y muchas otras hierbas dulces y encantadoras, desde donde las abejas se reunieron mucho. de miel. Fue, según Plinio, distante de Camerina ochenta y cuatro millas, y de Lilybaeum ciento trece; y se dice que está distante del promontorio de Sicilia, cien millas, aunque otros dicen sesenta; Y que estaba tan lejos de Syracuse, que es el siguiente lugar, el apóstol se acercó a este viaje, fue de África cien noventa millas. En el lado este, un poco de la ciudad principal, ahora llamado Malta, fue un famoso templo de Juno, estropeado por Verres, como antes observado; y en el lado sur, otro de Hércules, las ruinas de ambos que aún no se han visto. La brújula de la isla es de unos sesenta millas, los veinte años, y la amplitud de doce, y tiene cinco puertos, y unos sesenta aldeas.

G nat. HIST. l 3. c. 8. H Geograph. l. 4. c. 3. I Orat. 9. En Verrem, c. 17.

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