(11) Por tanto, nadie se gloríe en los hombres. Porque todas las cosas son (i) tuyas;

(11) Vuelve a la proposición del segundo versículo, primero advirtiendo a los oyentes, que de ahora en adelante no estimen como señores a aquellos a quienes Dios ha designado para ser ministros y no señores de su salvación. Esto lo hacen aquellos que dependen de los hombres y no de Dios que habla por ellos.

(h) complacerse a sí mismo.

(i) Ayudas, designadas para su beneficio.

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