(8) El Señor no se demora en su promesa, como algunos la consideran negligencia; (9) pero es paciente con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

(8) Ciertamente el Señor vendrá, porque lo ha prometido: y ni antes ni después de lo que prometió. (9) Una razón por la cual el último día no llega demasiado pronto, porque Dios espera pacientemente hasta que todos los elegidos sean llevados al arrepentimiento, para que ninguno de ellos perezca.

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