(5) Pero a cada uno de nosotros se nos da la gracia conforme a la medida del (f) don de Cristo.

(5) Nos enseña que todos somos un solo cuerpo, y que todos los dones buenos proceden únicamente de Cristo, que reina en el cielo habiendo conquistado poderosamente a todos sus enemigos, desde donde amontona todos los dones sobre su Iglesia. Pero, sin embargo, estos dones se dividen de manera diferente y diversa según su voluntad y placer, y por lo tanto, todo hombre debe contentarse con la medida que Dios le ha dado y otorgarla para el beneficio común de todo el cuerpo.

(f) Que Cristo ha dado.

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