(7) Pero él, haciéndoles señas con la mano para que callaran, les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y él dijo: Id, y contad estas cosas a Jacobo y a los hermanos. Y él se fue y se fue a otro lugar.

(7) A veces podemos dar lugar a la ira de los malvados, pero solo de tal manera que nuestra diligencia, que debería usarse en los negocios de Dios, no se debilite en lo más mínimo.

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