(10) Cuando oyeron eso, alzaron unánimes su voz a Dios y dijeron: Señor, tú eres Dios, que hiciste los cielos y la tierra, y el mar, y todo lo que en ellos hay.

(10) No debemos temer las amenazas de nuestros enemigos, ni tampoco condenar neciamente su ira y locura contra nosotros; pero tenemos que oponernos a su fuerza y ​​malicia a pensar seriamente en el poder y la buena voluntad de Dios (los cuales que contemplamos manifiestamente en Cristo) y así huimos en ayuda y asistencia de nuestro Padre.

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