Diciendo a un árbol: Tú [eres] mi (o) padre; ya una piedra me sacaste; porque me han vuelto la espalda, y no el rostro; pero en el tiempo de su angustia dirán: Levántate y sálvanos.

(o) Es decir, que los idólatras le roban a Dios su honor: y donde él ha enseñado a llamarlo el padre de toda carne, atribuyen este título a sus ídolos.

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